Monday, May 22, 2006

 

Bases y puntos de partida para un nuevo proyecto educativo

El presente documento aspira a poner en sus manos un conjunto de reflexiones como Senadora rionegrina que tiene el honor de presidir la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología y fundamentalmente como docente, frente a la necesidad de instaurar una etapa de debate que nos permita consensuar algunos grandes ejes con vistas a una nueva Ley de Educación.

Esta nueva ley deberá encontrarnos a todos con la apertura ideológica necesaria para compatibilizar los objetivos esenciales que apunten fundamentalmente a recuperar la educación que posicionó a nuestro país en los últimos dos siglos en el concierto mundial.

Equidad con calidad, preparación para la vida, la convivencia y el ejercicio pleno de la ciudadanía, excelencia en la generación y trasmisión del conocimiento, son algunas de las cuestiones que hoy plantean los más grandes desafíos.

Río Negro ha sido una provincia precursora de iniciativas que luego fueron tomadas por otras jurisdicciones, y hoy, a pesar de los obstáculos propios de la época que vivimos la preocupación y compromiso de sus docentes y de la comunidad, sostiene día a día la tarea de formar a las nuevas generaciones. Esta misma preocupación y compromiso la vemos hasta en los más alejados rincones a lo largo y ancho de nuestro país.

Una Ley de Educación deberá enmarcarse en un Proyecto Educativo que recoja esta inmensa riqueza y potencial que es nuestro mejor patrimonio.



Amanda Mercedes Isidori
Senadora Nacional por Río Negro






BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA UN NUEVO PROYECTO EDUCATIVO


1. Punto de partida: bases éticas, ideológicas y políticas

La Ley Federal de Educación hoy en vigencia se sustentó y expresa las concepciones ideológicas y políticas sostenidas e implementadas en la década del 90 que actualmente son objeto de una profunda revisión, no solo porque respondieron a un proyecto político, económico y social que en su conjunto tuvo nefastas consecuencias para una inmensa mayoría, sino porque aún en los puntos que pudieron significar
ciertos logros éstos estuvieron lejos de beneficiar al conjunto de la población.

Los tiempos exigen una reflexión que nos conduzca a encontrar no solo un modelo educativo que se corresponda con nuestras identidades y necesidades, presentes y futuras, sino también que contribuya a suturar las profundas heridas sociales infligidas y que aúne las voluntades, las esperanzas y las vocaciones de nuestra sociedad.

No menos importante es proveernos de los instrumentos y las actitudes necesarias para adecuarnos a los desafíos de los tiempos actuales desde una perspectiva que nos permita tomar en consideración la necesaria inclusión en el concierto mundial sin perder de vista las especificidades de nuestra propia mirada; digamos, lo global y lo local, recurriendo a un concepto que resume los principios de una concepción del desarrollo que no se pierde en disyuntivas estériles.

No hay modo de evadir estas dos perspectivas, de dar la espalda -como se hizo en distintos momentos de nuestra historia- a uno u otro, al mundo o a nosotros mismos, en pos de modelos de país pensados por unos pocos y sufridos por muchos.

Vale la pena detenernos un momento en la década del noventa para recordar que junto al crecimiento explosivo del sistema educativo se modificó la concepción misma de la enseñanza, en concordancia con los cambios económicos y tecnológicos impulsados por el modelo neoliberal triunfante casi sin reservas a lo ancho del globo y produciendo, consecuentemente, profundos cambios sociales en los modos de aprender, pero también de vivir, de trabajar y de relacionarnos.

Este sistema económico -dominante en el mundo- implica concepciones de la ciencia, del ser humano, de la sociedad y de la política regidas por las pautas económicas que lo caracterizan; y está claro que esta concepción impregnó la historia contemporánea de la educación en Argentina y que las normas jurídicas que hoy la rigen así lo expresan.

Sobre estos puntos existe un amplio consenso. Es necesario entonces repensar una nueva Ley de Educación a partir de reflexionar acerca de las bases filosóficas ideológicas y éticas que queremos para nuestro país, acerca del proyecto de país y sobre nosotros mismos.


2. Educación-Desarrollo-Equidad y Proyecto de país


Cuando un gobierno diseña una estrategia para su país prioriza unas opciones y descarta otras, y al hacerlo define su forma de entender el desarrollo y el modelo de desarrollo por el que apuesta.

En este terreno hay dos grandes posiciones contrapuestas en nuestro país que son fuente de tensiones y desacuerdos:

 Un modelo de desarrollo económico basado en la economía de mercado globalizado.
 Un modelo de desarrollo sostenible, equitativo y a escala humana que toma en cuenta las necesidades internas del mercado sin vulnerar las necesidades humanas y las condiciones ambientales que las sustentan.

Desde la segunda perspectiva hablar de desarrollo es pensar en distribución equitativa del ingreso, expectativas de vida, acceso a un trabajo y vivienda dignos, a servicios de salud y de educación, a una situación ambiental sana, a derechos sociales y políticos, y a la posibilidad de participación ciudadana en la toma de decisiones; en contemplar las diversidades de género, etnia, edades y culturas. En suma, es pensar en términos de Equidad real.

Desarrollo entonces, no significa solo generación de empleo e inversión en tecnologías -cuestiones sin duda determinantes- significa también y fundamentalmente invertir en la educación y capacitación de jóvenes y adultos, así como en salud y medio ambiente.

Aquí “desarrollo” se contrapone a “pobreza”, y reducir la pobreza es una apuesta fuerte del momento que vivimos.

Si analizamos más estrechamente las relaciones entre Educación y Pobreza, resalta de inmediato que dentro de las competencias básicas necesarias para una incorporación efectiva en la sociedad y en el mundo del trabajo se encuentran un conjunto de habilidades -básicas e ineludibles- que se adquieren en el contexto escolar, en el seno familiar, en el grupo de pares y en la comunidad.

Carecer de estas capacidades enfrenta a las personas a un futuro incierto por cuanto el dominio de estas capacidades es condición para la inclusión social en un mundo en el que el empleo es un bien escaso.

Investigaciones en nuestro país verifican que son necesarios no menos de 10 años de escolarización para adquirir estas destrezas, coincidiendo con datos provenientes de países que afrontan el desafío de la educación para la inclusión. Sabemos que la falta de adquisición temprana de algunas de ellas es irreparable aún mediando esfuerzos educativos posteriores, mientras que una adecuada dotación de tales competencias está directamente relacionada con el acceso a bienes económicos, sociales y culturales; esto es: la posibilidad de una verdadera ciudadanía con igualdad de oportunidades.

Este es el desarrollo que aspiramos construir y para ello es imperativo recordar que nadie se salva solo.

Está claro que existen sectores que se oponen y van a oponer fuertemente a esto, y sectores con los que aún existiendo acuerdos parciales subsisten sin embargo diferencias profundas. Lo vimos claramente en la dificultad para sancionar leyes que afectan intereses sectoriales, corporativos o posiciones doctrinarias.

Es claro también que en un sistema democrático deben tener cabida las diferentes concepciones y que la resolución será en definitiva en función de las concertaciones que se logren y el necesario respeto por las instituciones, aún en el contexto de lógicos desequilibrios entre sectores que aspiren conducir y quienes efectivamente estén conduciendo.


3. Datos relevantes para evaluar el panorama actual en Educación

Con relación a la enseñanza obligatoria la extensión de 7 a 10 años no pudo completarse en algunas provincias, particularmente las más pobres, a la vez que se mantienen graves problemas de abandono escolar a partir de la EGB3 - sobre todo del nivel polimodal- aunque hay una tendencia descendente en estas tasas.

Las proyecciones al año 2010 de tasas de escolarización obtenidas de los registros del sistema educativo y proyecciones de población indican un 100% en los 3 niveles de educación básica y del 68% en el polimodal, por ello se estableció para la primera década del nuevo milenio alcanzar la universalidad en el cumplimiento de los 10 años de educación. En este punto coincide con las Metas para el Milenio acordadas por el concierto 191 países miembros de Naciones Unidas cuya prioridad es llevar a cero el analfabetismo a la vez de erradicar la pobreza extrema y el hambre.

Sin embargo, expandir la educación básica para adecuarnos a las exigencias de conocimiento necesario para actuar en un mundo global requiere completar 13 años y esto implica incorporar los tres años del polimodal.

Las tasas de Egreso muestran resultados positivos: en el 2000, un 88% de quienes ingresaron a 1° grado lograron culminar los 6 años de los dos primeros niveles de la EGB.

En la EGB 3, la tasa de egreso es inferior pero muestra un aumento del 60% en 1996 al 75.3% en el 2000.

También ha crecido la tasa de egreso del polimodal del 57% en 1996 al 60% en el 2000.
Pero si bien en el país el acceso a la educación básica está casi universalmente garantizado, existen todavía bolsones de analfabetismo absoluto y la situación en las provincias no es en absoluto homogénea: la región del Noreste (Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones) y Santiago del Estero en el Noroeste son las provincias que presentan las tasas más bajas en egreso de los dos primeros ciclos de la EGB. Algunas de estas provincias también son las que están en peor situación respecto del egreso en la EGB3 y en el Polimodal.

Los problemas más severos se refieren a:

repitencia

abandono

segmentación o fragmentación

calidad de la educación y procesos de aprendizaje

Asimismo, aún se mantienen situaciones de inequidad en cuanto al acceso, permanencia y egreso de la población al sistema educativo. Así observamos varias fuentes de inequidad, que actúan por separado o asociadas entre sí:

a - Estratificación socioeconómica: reflejada en que el alto porcentaje de la población en situación de pobreza y una fuerte relación entre pobreza, desarrollo intelectual y logros de aprendizaje.

b - Género: Todavía hay fuertes rasgos de inequidad de género con diferencias entre niveles y modalidades y particularmente en el trato en las aulas, en las que se promueve un mayor protagonismo y liderazgo en los varones que en las mujeres y orientan las actividades e intereses en orden a estereotipos sexuales aún vigentes.

c - Diversidad étnica, cultural y lingüística: hay una amplia gama de realidades que incluyen dispersión, diversidad cultural, ausencia o dificultad de acceso a los recursos y pobreza, que dan lugar a brechas de atención educativa como es el caso de la población rural con sus particularidades en cuanto a ubicación geográfica y actividades productivas.

Cuando se trata de comunidades originarias, a las distancias físicas se suman las culturales e idiomáticas que contribuyen de alguna forma al olvido, la desatención y la exclusión. Si bien hay esfuerzos aislados por ofrecer una educación bilingüe o bilingüe intercultural en la enseñanza, todavía los resultados no son suficientes así como tampoco está atendida la educación de la población migrante en pueblos y ciudades.

Asimismo, existen niños, niñas y jóvenes, descendientes de inmigrantes llegados al país en la década pasada o migrantes ellos mismos con sus familias en años recientes, cuyas particularidades étnicas y culturales desatendidas o atendidas insuficientemente son fuente actual y potencial de exclusión, pobreza y violencia, más la pérdida de la oportunidad de proveer una verdadera educación para la convivencia y el respeto por las diversidades.

Sabemos que la violencia urbana es una de las consecuencias del fenómeno de concentración en las grandes ciudades y que se expresa de modo visible en los ámbitos escolares.

d - También hay situaciones de exclusión en quienes presentan discapacidad o que tienen necesidades educativas especiales, persiste una articulación insuficiente entre la escuela común y la especial y como en el caso anterior no se visibilizan respuestas eficaces para incorporar la perspectiva de la diversidad ni en los contenidos curriculares ni en las acciones concretas.

e - La “brecha digital” y las nuevas tecnologías de Información y Comunicación son otra fuente de inequidad en tanto no hay acceso para toda la población del sistema y para todos los niveles.

Pese a su complejidad es ineludible resolver este problema frente al desafío de la Sociedad del Conocimiento que -conjuntamente con los avances tecnológicos- ha modificado profundamente los modos de relacionarse y los procesos de trabajo. Hoy los requerimientos son diferentes en cuanto a aspectos cognitivos y capacidades, la integración al trabajo en equipo y la motivación son claves con lo que adicionalmente toman relevancia el aprender a convivir y la capacidad de reaprender e innovar.

Hablamos entonces de cerrar esta brecha que es el resultado de otras brechas: en capital humano, en capital social, en capacidades institucionales, en el goce de derechos, en más y mejor democracia; brechas que impiden que las personas con menores oportunidades aprovechen estas tecnologías .

En suma, prácticamente todas las variables hoy pesan hacia el lado de la exclusión, la inclusión es una deuda ética y -como ya vimos- práctica. Pero no es algo que se alcance espontáneamente ni con solo proponerlo, son necesarias acciones concretas, eficaces y contundentes, y fundamentalmente la voluntad política para llevarlas a cabo y sostenerlas en el tiempo. Sin decisión política hablar de inclusión es solo una cuestión retórica.


4 - Bases a considerar en una nueva Ley de Educación


Luego de reconocer que los cambios que deseamos –sociales, culturales, éticos- no podrán hacerse solo desde el área Educación ni son de su exclusiva responsabilidad, pensamos que el presente plantea una oportunidad valiosa de sentar las bases de un proyecto educativo verdaderamente inclusivo, con equidad, en pos de una democracia real y madura.

Establecer hacia donde se quiere ir es algo que cada sociedad y la gente concreta que la integra, definen a su modo y en su tiempo (en el largo plazo y más allá de las visiones que se sostengan en determinado momento). Aquello que no se incluye, se omite o no es tomado en cuenta, de un modo u otro se filtra, se instala y al cabo del tiempo genera efectos, a favor de o en contra, de las letras escritas.

Un proyecto educativo -que es, debe ser, un proyecto político- no es ajeno a esta dinámica, y una de las razones por las que no se han podido llevar adelante en forma acabada las políticas educativas es que no han sido acompañadas por un proyecto político, un proyecto de país acorde con su gente.

Necesitamos un proyecto apoyado en un compromiso político de inclusión de todos los actores, del mismo modo que recíprocamente reclamamos a todos y todas ser parte de la reconstrucción del tejido social, que es en definitiva hacer el trabajo en concreto que las leyes proponen.

Esto se concreta con la posibilidad de que todos tengan la oportunidad de sentir esta nueva legislación como el resultado de su participación y expresión de sus necesidades, no como una ley que no da –o no viene como- respuesta.

En tal sentido, es importante la presencia tanto de los técnicos como de la sociedad en su conjunto. Debe recogerse su aporte, contener sus necesidades y esperanzas para evitar repetir el error de la ley hoy vigente que fue hecha desconociendo la historia y la realidad de un país federal extenso y diverso; para evitar que lo que resulte no sirva a nadie o sirva a unos pocos.


En el nivel de las decisiones y gestión del sistema educativo éste debería:

- Contener la posibilidad de realizar acciones simultáneas, transversales y focalizadas para forjar alianzas estratégicas (temáticas y de gestión) con otras áreas (Trabajo, Desarrollo Social, Salud) para trabajar en red y articular recursos, con énfasis en la equidad.

- Responder a la exigencia de claridad en la gestión federal del sistema, en la práctica inexistente, las provincias deber ser consultadas así como comprendidas las realidades regionales en equilibrio con la necesaria homogeneidad y equidad dentro del sistema.

- Sistemas articulados de educación formal y no formal en una perspectiva de educación permanente, fundamentales para la formación de los grupos sociales más vulnerables, y especialmente para las mujeres y migrantes.

- Invertir en educación y formación para grupos en condiciones de vulnerabilidad.

- Atender ampliamente los desafíos (sociales, económicos, laborales, políticos) que plantea la “sociedad de la información” y asegurar el igual y universal acceso a las nuevas tecnologías informatizadas y a los conocimientos.

- Eliminar estereotipos –de clase, etnia, género- que obstruyan la elaboración de un proyecto de vida, estudio y trabajo (recordemos que la “cancha está inclinada” de por sí, si no se incorporan explícitamente estos aspectos, por defecto se termina acentuándolos)

- Elevar las exigencias de contralor de eficiencia del sistema, la evaluación en todos los niveles así como la transparencia y difusión de los resultados de la evaluación, implicando a todos los sectores que competa. La evaluación deberá responder a los términos del proyecto educativo y no la necesidad de justificar el cambio que se esta haciendo, tal como ya sucedió.

- Establecer una estrecha correspondencia de los tiempos, las realidades y el sustento económico de docentes y financiamiento del sistema para que la letra de la ley pueda ser cumplida por todos y de lugar efectivamente a la Equidad.


En el nivel de la población destinatarias de las acciones educativas:


- Potenciar la máxima obtención y desarrollo de capacidades básicas y destrezas específicas de las y los educandos, proveyendo oportunidades y promoviendo la adaptación activa y flexibilidad necesarias para operar en un mundo en vertiginoso proceso de cambio.

- Estrechar las relaciones educación-mundo del trabajo- atrayendo a las aulas al amplio rango de personas que no han ingresado o han desertado de las instancias educativas.

- Establecer un estrecho seguimiento de la escolaridad obligatoria, garantizando la gratuidad en el acceso y permanencia en diversas modalidades y niveles educativos.

- Extender la enseñanza obligatoria hasta el alcance de las competencias básicas necesarias para un eficaz desempeño en el mundo laboral.

- Garantizar una real igualdad de oportunidades atendiendo también a la igualdad de resultados, esto significa atender los circuitos educativos diferenciados.

- Establecer sistemas tutoriales que permitan acompañar a los aprendizajes más lentos o con mayores obstáculos.

- Proponer como objetivo central el desarrollo de habilidades para la vida, para la convivencia y para la educación permanente y la capacidad de adaptarse a situaciones cambiantes.

- Lograr participación y empoderamiento de los sectores populares para luchar contra la desigualdad y la pobreza; lo que implica para el Estado desarrollar los servicios de apoyo para una mayor independencia en sus decisiones y proyectos personales.

- Instalar y facilitar la capacidad de monitoreo de los sectores postergados (mujeres, niñas niños y adolescentes, adultos mayores, etnias originarias, personas con capacidades diferenciadas) en los procesos educativos, las políticas que las/os afectan y las decisiones para potenciar su rol como ciudadanos y ciudadanas.
- Favorecer a través de la educación formal y no formal la difusión y comprensión de los derechos y las leyes - en particular en los sectores menos favorecidos- para potenciar la capacidad de control y defensa de estos derechos.


En el nivel de las y los efectores del sistema educativo: Desde la fragmentación del sistema producto de lo hecho hasta el momento tenemos que ir a al nudo: quienes enseñan. Revalorizar la función docente y poner al servicio de esa profesión una formación equilibrada, científica y permanente.

- Revisar el significado del “lugar” y rol docente, jerarquizarlo reconociendo la profunda responsabilidad que implica y proporcionando las correspondientes compensaciones económicas y oportunidades de crecimiento profesional. Sabemos que el financiamiento espasmódico o discontinuo va de la mano de una profesionalización que nunca llega.

- Elevar las exigencias en cuanto a las capacidades cognitivas necesarias teniendo en cuenta la relevancia crítica –y estratégica- de “formar personas”

- En el mismo sentido, elevar las exigencias de formación, especialización y actualización permanente proporcionando a la vez las oportunidades y el acceso a las mismas

- Deberá asegurarse la equidad en el acceso y la calidad de la formación docente para poder asegurar la equidad en la calidad de los aprendizajes En este sentido, el principio debería estar en la excelencia de la formación de estos docentes, esto sería la garantía para después poder tener la eficiencia.

- La formación deberá específicamente atender las necesidades de las y los docentes en el ejercicio de su profesión de conocer nuevas tecnologías, nuevas estrategias, de abrir el conocimiento creando la conciencia y la necesidad de no quedar atrapado en estructuras y saberes.

- En el mismo sentido pero desde otra perspectiva, en la medida que estamos tratando de buscar un proyecto nacional en el que todos van a aportar las y los docentes también tienen que adaptarse a un mercado cambiante irreversiblemente globalizado, asumir la necesidad de cambio, de cambios de metodología, de estrategia, que se operan por ampliación del propio conocimiento.

- Deberá hacerse una clarificación concertada de hasta donde llegan algunas cuestiones corporativas que hacen “al trabajo” y hasta donde las cuestiones de responsabilidad ante la sociedad. El aprender a vivir juntos es una cuestión compartida que atraviesa –o debería atravesar- todos los niveles, en la que están efectivamente los derechos de todos.

- Jerarquizar el cargo docente y consecuentemente el ingreso a la carrera profesional. Recíprocamente esto deberá traducirse en remuneración. Debe existir un equilibrio entre la responsabilidad que le damos al docente como conductor del proceso formativo con dos factores: el salario y la posibilidad de crecer en su profesión, ampliar conocimientos y sus espacios de trabajo.


Hay muchos males que resolver, como las reglas explícitas e implícitas que se juegan en las aulas, direcciones y patios de las escuelas. Estas son solo algunas:

- El autoritarismo todavía impregna y caracteriza nuestro sistema educativo. Es la forma más corriente en que los distintos niveles directivos se comunican con los docentes y las y los docentes con alumnas y alumnos.

- El necesario ordenamiento en la toma de decisiones se transforma en la transmisión de órdenes sin consultas y muchas veces sin diálogo, el sistema mantiene un profundo verticalismo y sin embargo hay un deterioro evidente de una autoridad real fundada en el liderazgo, al confianza y la cooperación.

- Se fomenta el aislamiento de las y los docentes y el “resuélvalo como pueda”, el trabajo solitario y la improvisación.

- Todo el sistema está impregnado de dobles mensajes, mensajes contradictorios o arbitrarios.

- La excesiva burocratización ha derivado en un detrimento del sentido y significado de las tareas, en algunos casos una verdadera hipertrofia de lo irrelevante frente al desafío de las acciones necesarias y eficaces.

- Así como el sistema mantiene inequidades hacia fuera, las mantiene hacia adentro, en disparidades en cuanto a acceso a recursos, remuneración, condiciones de trabajo, reconocimiento y jerarquización de roles, oportunidades de formación y profesionalización, entre otros.

- Quiebre sistemático de expectativas recíprocas entre las familias y la cultura escolar o entre educadores y destinatarios reflejo de la fragmentación social.

- La escuela es escenario de una crisis naturalizada y continua que no solo refleja las crisis de la sociedad sino que crea su propia conflictividad.

Esta revisión de nudos problemáticos no es exhaustiva y desde luego quedan aún cuestiones centrales a analizar y resolver, algunas de ellas son:

Estatutos del docente: para los que habrá -por ejemplo- que prever la necesidad de adecuar la legislación que se corresponda a la práctica docente, con una carrera docente profesional. Profundizar cuestiones referidas a la formación docente.

Y un tema que no ha sido suficientemente analizado, tal es el de los efectos del retiro anticipado que “podó” toda una generación de docentes experimentados y dejó a las nuevas camadas sin orientación, sin guía tutorial, al tiempo que muchas personas accedieron a cargos de gestión sin la posibilidad de prepararse seria y sistemáticamente. En la actualidad, mientras personas en la plenitud de su capacidad salen del sistema, otras deben permanecer por necesidad dentro del mismo con retribuciones insuficientes cuando no indignas.

Estas y muchas cuestiones aún nos demandan pensar, reflexionar, consultar y proponer para decidir responsablemente.

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